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Próximo destino: Madrid

Fechas

3 años

Parece increíble: hoy hace tres años (sí, 3 años!!!) que estoy acá. Pasaron muchísimas cosas, lindas y feas, conocí mucha gente, hice muchos trámites, estuve en varios trabajos, me hice muchos estudios... mucho de todo, y es que son 3 años! Y parece increíble.

Por fin!!

Ayer comenzó una nueva etapa luego de 9 años. Se acabó. Pude. Soy una afortunada: no sé bien cómo son las estadísticas, pero el sentido común dice que lo que me pasó es casi un milagro. Cuando el año pasado empecé el proceso que me trajo hasta aquí, no creía que hoy me sentiría tan feliz y emocionada. Estoy sana. Soy sana. Como siempre me sentí. Pero anoche fue distinto. Me pude olvidar de algo, luego de 9 años.

Jugamos?

A ver, pregunto pregunto...
Alguien sabe buenos juegos para una reunión? Se viene un acontecimiento que quisiera festejar de otra forma que no sea sólo comer y alabar la comida, sino riéndonos mucho, moviéndonos... Pensaba en juegos como las manzanas en el agua, o los caramelos en el harina, pero no se me ocurren muchos más para un espacio pequeño...

Acepto ideas!!

Momento de balance

Llegan estos días y no puedo evitar hacer un balance del año, de mi vida en el último tiempo. Y tengo cosas buenas y de las otras. Lo mejor: saber que estoy con la salud de 10, la oportunidad de trabajo que me dieron y estoy desarrollando, y los viajes. Lo feo es cómo me desconecté de todo, hasta de mí. No saqué todas las fotos que tengo todavía en mente, no escribí los viajes, ni suficientes mails, ni muchas de las sensaciones geniales que he tenido. No llamé a toda la gente que hubiera querido en cada momento, dejé plantada a mi familia en varias ocasiones, no retomé el contacto con los primos después de verlos, no les compré regalitos para Navidad ni felicité a Anita por su beba. En suma, todos los ratitos que se pierden en la gran ciudad, en el trajín que impone la dependencia del transporte público (por ejemplo) y que podría haber ganado para mí, no los aproveché. Tal vez por cansancio, por desgano, por dejarme llevar por los pensamientos, o por pensar en las compras o la comida o las webs o lo que sea, los perdí. Y claro, en el día a día no se nota, pero a lo largo de un año, pienso en todo lo que no hice, y es demasiado.
Ahora, de alguna forma, se me estira el año, ya que todo lo consideraré en función del viaje, pero igualmente tengo todavía tantas cosas imprescindibles por hacer, que dudo que me queden ganas para cualquier otra cosa. Bueno, es que también, este año que viene se suma el ejercicio y el cuidado personal a todo lo del día a día: gracias a una muy buena idea del Ayuntamiento de Madrid, hay un abono anual para las instalaciones deportivas por un precio sumamente accesible, y tal como hago con la piscina de verano, lo aprovecharé al máximo. Y seguro que cuando disponga de una hora menos para todo lo que suelo hacer, igualmente tendré tiempo para todo, por eso me da tanta impotencia ahora cuando miro para atrás y descubro que lo que falló es mi voluntad en ciertos puntos críticos.
Bueno, a ver si por fin, un año puedo lograr mínimos objetivos:
* Seguir con mi salud 10 puntos.
* Seguir en el trabajo que tanto disfruto.
* Homologar el título.
* Escribir más. En principio, las Fiestas, ponerme al día con la familia y los amigos y contar el viaje a Argentina.
* Hacer ejercicio frecuentemente.
* Aprender Photoshop.
* Acordarme de los cumpleaños con antelación y felicitar a la gente.
* Mandar tarjetas para Navidad.
* Y lo más personal: no comerme las uñas, tomar suficiente agua, cuidarme, no dejarme estar, vestirme bien...
Parece demasiado, ¿verdad? A ver si puedo lograrlo, aunque sea poco a poco. ¡Qué desafío!

Mi cumple, mis planes, mi vida, mi dependencia

Me molesta haber pasado mi cumple trabajando mucho. También me molesta que la tonta de Sara no me haya saludado pero haya comido felizmente la torta que llevé, sin hacer ningún comentario. Me molestó que me saliera mal la comida de la noche y que me doliera tanto la cabeza. Hay cosas cotidianas que siento que no aguanto más, pero no puedo no aguantarlas.

Tengo un par de planes, pero no tengo tiempo. Ni para pensar, a veces, o para sacar de mi cabeza todo lo que pienso. Qué bronca, qué impotencia. Debería contar con un dispositivo que saque todas mis ideas de mi cabeza, y sea, por supuesto, sólo para mí. Qué buen invento sería. Estoy leyendo Ulises y me encanta eso del monólogo interior, decir cualquier cosa, pensar lo primero que se te viene a la cabeza.

Lo peor es que para parte de esos planes, dependo de la velocidad (de tortuga) de la administración de mi facultad, lo cual me impide hacer nada. Pelearme, amenazar, sí, pero cuándo, si me falta tiempo?

Qué problema.

Encima, salvo mi familia y un par de amigos, nadie se acordó de mi cumple. Me pregunto si será la cosecha de mi siembra, y si fuera así, no lo podría creer. Siempre siembro detalles y parece que no sirven de nada. Ahí viene la pregunta del millón: ¿tengo los detalles con la gente que quiero para que me devuelvan el gesto o de puro generosa? Y creo que siempre espero que me devuelvan algo, o me gustaría. Y nada.

21 de septiembre

En los días de la escuela, y luego también en la facultad –aunque entonces con menos rigurosidad-, los 21 de septiembre eran muy especiales. Empezaba la primavera, faltaba poco para que terminaran las clases y todos irradiábamos felicidad. O no tanta, porque durante unos cuantos años, el 21 siempre llovía y había que ir de picnic con paraguas.
Lo cierto es que el Día de la Primavera era sagrado. Siempre se celebraba. Lo clásico era un picnic que comenzaba alrededor de las 9 de la mañana, primero con galletitas y mates, luego con mucha gaseosa y sándwiches y al final era un rejunte de comida salada y dulce durante todo el día.
Durante la primaria, empezaban temprano porque ese día no había clases pero teníamos que ir a la escuela, entonces usábamos para el picnic las horas de clase: de 8 a 12. Solían llevarnos al parque, que queda cerca de la escuela y es hermoso. Al final, era medio aburrido, ya que nos pasábamos la mañana comiendo, sin hacer nada muy especial, pero era lindo salir y estar al aire libre.
En la secundaria, ya fue diferente. La idea era la misma (pasarnos el día de picnic), pero se organizaba de una forma más interesante: todas las escuelas nos juntábamos en el aeroclub, donde la promoción organizaba un gran picnic con disc-jockey, y nos lo pasábamos comiendo, paseando, jugando al fútbol o a las cartas, mirando a los demás chicos y chicas y bailábamos. Bailábamos mucho, era lindo bailar de día al aire libre y sin humo ni luces. Era lindo verse bailar, bailar de sport, no todos encorsetados. Volvíamos a las 7 u 8 de la tarde, luego de haber pasado el día afuera, sucios, descargados, felices. Los más valientes, esa noche iban al gran baile de la primavera, pero a mí me bastaba (y me gustaba más) el baile libre de la tarde, en el que nos desinhibíamos completamente.
En los primeros años de la facultad, procuramos volver para el Día de la Primavera a 9, para ir al picnic del aeroclub, pero luego, aunque volviéramos, la gente que esperábamos ver no estaba, y la música no era la misma, así que dejamos de ir. Como que pasó nuestro momento, algo así.
Pero hay que ver lo ridículo que me resulta que hoy empiece el otoño. Ya sé que estoy en otro lugar, pero hoy daría lo que fuera por ir al aeroclub con un par de amigas (aunque el resto de la gente no me importe) a festejar el comienzo de la primavera. Es que es 21 de septiembre!! Y tengo muchas ganas de bailar aquella música.

De Cumple

Hoy cumplo años y es un día especial y distinto. Temía que fuera triste, pero la verdad es que es diferente a todos los demás. Y la nota la dieron todos los amigos y familiares que se acercaron a mí para recordarme que están conmigo aunqeu sea a través del océano. Qué alegría!! Ya veremos cómo lo festejo, pero seguro que será con mucha alegría.

Primero de Enero

Es el primer día del año y lo empiezo con muchos proyectos personales. La verdad es que nunca me había planteado estas cosas este día, es como que siempre esperaba a que llegara el "período lectivo", pero como acá estamos en medio del trajín, de alguna manera este es el momento de la lista de propósitos. En mi caso son varios, algunos más o menos grandiosos pero todos importantes. Espero poder cumplir todos, no para quedar bien con alguien en especial sino para sentirme bien conmigo. Y ser feliz.

Año Nuevo (o Nochevieja)

Para mí es Año Nuevo, pero acá es "Nochevieja", lo cual no me parece mal, ya que para mí se juntan las dos cosas: despedir el año "viejo" y recibir el nuevo, con todo lo que eso implica: una valoración del año pasado y deseos de que el año nuevo sea siempre mejor que el anterior, en todos los aspectos de la vida. Ese es mi deseo, siempre renovado, en la noche de Año Nuevo.
Al igual que la Navidad, este festejo de Año Nuevo va a ser diferente de los anteriores. Y también, diferente del de Navidad. Porque en lugar de juntarnos a cenar en algún lado, vamos a ir a la Puerta del Sol, a comer las 12 uvas (con piel y semillas, no como la gente de acá que compra uvas enlatadas sin piel ni semillas). Según veía hoy en el 20 minutos, la tradición de las uvas comenzó en 1909, cuando una muy buena cosecha incitó a los productores a regalar lo que les sobró. Lo que me causó mucha gracia es lo que dice el 20 minutos sobre los ritos de la buena suerte: "Pida un deseo por cada uva que se tome, cómaselas con el pie derecho delante, póngase dinero dentro de los zapatos y, cuando brinde, introduzca un anillo de oro en la copa, no se lo trague, es para que le traiga prosperidad económica. Tras los besos y abrazos tire un vaso de agua a la calle, le ayudará a alejar las penas y las lágrimas, escriba en un papel las cosas malas de 2004 y quémelo. Encienda velas, las azules le traerán paz, amarillas (abundancia), verdes (salud) y blancas (claridad). Y no se olvide de pedirle a alguien que le regale lencería rojo pasión. Encontrará a su príncipe o princesa." ¿Qué tal? Me pareció de lo más interesante y novedoso.
Nosotros pediremos los 12 deseos y trataremos de ajustarnos a la tradición, dentro de las posibilidades.
Mañana sigue la fiesta, porque hoy en Sol va a ser imposible brindar y cenar. Al mediodía, irán Pato y Fer a casa, a almorzar humita al plato; y a la tarde, van a ir Cristina y Javier (un compañero de Javi y su novia) a merendar con dulce de leche.
Sea cual sea el ritual que sigan, el motivo por el que lo hacen, y la gente con que estén, Feliz Año para todos.

Año Nuevo (o Nochevieja)

Para mí es Año Nuevo, pero acá es "Nochevieja", lo cual no me parece mal, ya que para mí se juntan las dos cosas: despedir el año "viejo" y recibir el nuevo, con todo lo que eso implica: una valoración del año pasado y deseos de que el año nuevo sea siempre mejor que el anterior, en todos los aspectos de la vida. Ese es mi deseo, siempre renovado, en la noche de Año Nuevo.
Al igual que la Navidad, este festejo de Año Nuevo va a ser diferente de los anteriores. Y también, diferente del de Navidad. Porque en lugar de juntarnos a cenar en algún lado, vamos a ir a la Puerta del Sol, a comer las 12 uvas (con piel y semillas, no como la gente de acá que compra uvas enlatadas sin piel ni semillas). Según veía hoy en el 20 minutos, la tradición de las uvas comenzó en 1909, cuando una muy buena cosecha incitó a los productores a regalar lo que les sobró. Lo que me causó mucha gracia es lo que dice el 20 minutos sobre los ritos de la buena suerte: "Pida un deseo por cada uva que se tome, cómaselas con el pie derecho delante, póngase dinero dentro de los zapatos y, cuando brinde, introduzca un anillo de oro en la copa, no se lo trague, es para que le traiga prosperidad económica. Tras los besos y abrazos tire un vaso de agua a la calle, le ayudará a alejar las penas y las lágrimas, escriba en un papel las cosas malas de 2004 y quémelo. Encienda velas, las azules le traerán paz, amarillas (abundancia), verdes (salud) y blancas (claridad). Y no se olvide de pedirle a alguien que le regale lencería rojo pasión. Encontrará a su príncipe o princesa." ¿Qué tal? Me pareció de lo más interesante y novedoso.
Nosotros pediremos los 12 deseos y trataremos de ajustarnos a la tradición, dentro de las posibilidades.
Mañana sigue la fiesta, porque hoy en Sol va a ser imposible brindar y cenar. Al mediodía, irán Pato y Fer a casa, a almorzar humita al plato; y a la tarde, van a ir Cristina y Javier (un compañero de Javi y su novia) a merendar con dulce de leche.
Sea cual sea el ritual que sigan, el motivo por el que lo hacen, y la gente con que estén, Feliz Año para todos.

Día de los Inocentes

De un tiempo a esta parte, el Día de los Inocentes dejó de parecerme algo gracioso y si gasto alguna broma, es bien tonta. Pero siempre me acuerdo del Día de los Inocentes en Cruz Chica, en la casa de mis abuelos. Esto fue hace bastantes años (20, más o menos). Fue una época en que casi todos los veranos pasábamos mucho tiempo en la casa de mis abuelos, y eso incluía alguna fiesta. Recuerdo que el día 28, a eso de las 11 de la mañana, con cualquier excusa, salíamos mi papá, Natalia (mi hermana) y yo rumbo a la que entonces era la oficina de correos de Cruz Chica. Y con una voz quebrada, aguda, imitábamos a una amiga de mis abuelos, que era unos 5 ó 6 años mayor que mi abuelo, y le decíamos al que atendía el teléfono que hablaba Alicia y que los llamábamos para invitarlos a un baile de disfraces el día tal y que tenían que ir disfrazados de tal cosa. Lo mejor era que o se lo creían o fingían demasiado bien, porque nunca dudé de que se lo creyeran. Y nosotros llegábamos y nos hacíamos los sorprendidos cuando escuchábamos el cuento de la invitación al baile de disfraces, tratábamos de no reirnos y cuando terminaban, les decíamos “¡Que la inocencia te valga!” y todos nos reíamos.
Mi papá, pasados los años, siempre trata de hacer caer a alguien en alguna broma, aunque sea de lo más simple. La última que me acuerdo fue que lo mandó a Javi a comprar clavos a la ferretería de la vuelta de la esquina, y claro que ahí no había nada…
Algo muy divertido que escuché el año pasado, fue que en Tucumán, un grupo de amigos organiza la Fiesta de los Inocentes. Hacen empanadas, sfijas, se juntan todos y se organizan de a grupos para hacerse bromas unos a otros, de manera que nadie quede sin bromear y sin sufrir una broma. Lo que más risa me dan son las bromas que se hacen: empanadas de algodón o yerba, decirle a alguno que es una fiesta de disfraces y que luego no sea, un vaso de alcohol puro, o gaseosa con sal… Nunca estuve ahí porque pasábamos las fiestas en casa de nuestros padres y Tucumán queda muy lejos de ahí, pero sé del espíritu sano de ese grupo de gente y me imagino que esas fiestas debían ser de lo más divertidas.
Otra fecha que recuerdo en estos días…

Ya no

Ya se me pasó la tristeza del otro día. Luego de unos cinco minutos de llanto terapéutico, al abrigo de cualquier mirada extraña y curiosa, me decidí a que de cualquier manera, estas serán unas fiestas muy especiales y las disfrutaré, ya sea con amigos o sólo con Javi.
Como siempre, uno tiene sus truquitos para mejorar su ánimo. El mío fue arreglarme más para ir al trabajo: pintarme todos los días, andar de "falda" y medias negras, y estrenar unas remeras de lycra, de vivos colores y pronunciados escotes. Y cantar, cantar a la vida: Pétalo de Sal, Un vestido y un amor, Aquellas pequeñas cosas... Y recordarme (porque siempre lo sé) que la vida es hermosa, y siempre, siempre, vale (la pena? o la alegría?) vivirla.
Así que con este nuevo espíritu, les deseo a todos una Feliz Navidad.

Hoy lloro

Pasó sólo un día de que escribiera ese post tan expresivo sobre cómo son las Fiestas acá, y de golpe me dio mucha tristeza.
Hoy fui a almorzar a la casa de Moni, charlamos algo, tomamos unos mates y luego le pregunté si había decidido algo con respecto al 1 de enero, y sí, veo que decidió que no nos juntemos. Sospecho que será raro que cambie de opinión. Y me quedé pensando, pensando hasta que me bajé del metro en Velázquez y mientras cruzaba Goya, se me humedecieron los ojos y se me hizo un nudo en la garganta. Claro, me di cuenta de que si no era con ellos, se me termina la gente con quien compartir las fiestas, y si quiero pasarlo algo diferente del 24, la única posibilidad es que estemos sólo Javi y yo. Y si bien no hay problema en estar solos, y de hecho sería algo novedoso para una fiesta, justo esa, la del 1 de enero es la que más me gusta compartir con amigos y familiares. Además, veo que en la oficina todos se van al pueblo y celebran tradiciones, y me encuentro un tanto sola. Y me dan ganas de llorar. Ay, ay, ay. Me cuesta pensar que un año nuevo puede empezar bien y ser bueno cuando uno lo empieza como un día cualquiera, y temo que eso será lo que ocurra: que no sea un día diferente. Ahora, claro, mi sentido común me dice que el año empieza igual, más allá del estado de ánimo de una, que un día no determina 364, que yo puedo hacer que en las pequeñas cosas el día sea diferente y especial, pero todo eso –de lo más razonable- hoy, ahora, no me alcanza. Y tengo ganas de llorar. Y de abrazar a todos los que extraño.

Un día muy especial

Además de inaugurar tema, este post tiene otro sentido. Les cuento.
Desde acá, hay días en que me siento medio triste, días en que extraño a mis amigos de allá, días en que nada me consuela porque ellos no están. Me quejo de ellos, me pregunto si eso está bien, trato de pensar que mi forma de vivir las comunicaciones es demasiado veloz ahora comparada con mi experiencia allá (y la suya, por lo tanto), que siempre están en todos mis momentos especiales (buenos o malos) y que eso vale más que lo que reclaman mis quejas que no les mando. En suma, amigos, los extraño. Y mucho. Y aunque llamar no es tan caro, a veces no quiero que el fin de semana se me vaya llamando, y por ahora me he propuesto llamarles para los cumples. Tal vez cambie eso, lo estoy pensando.
Lo cierto es que el 26 de noviembre y el 4 de diciembre ocurrió algo muy especial. Mi amiga Ana, esa con la que comencé la facultad el 6 de febrero del 95 (debo confesar que ella recuerda nuestro primer encuentro, ese día, y yo no), se casó. La verdad es que con ese "se casó" tengo un problema, y es que sé que "se casaron", pero a mí me llega principalmente por ella y lo digo así. Ya sé, mi amiga, todas las connotaciones (¿te suena esa palabrita?) que puede tener esa frasecita, pero quedate con la que a mí se me ocurre: vos te casaste con Mauri, sí, que resultó ser esa personita tan especial que te llegó al alma de la manera más dulce: el amor.
Anita, creo que las dos sabemos muy bien el camino que nos trajo hasta acá, hasta este día en que estamos lejos pero nuestra amistad sigue siendo de fierro, tan de fierro como para que vos, el día antes de casarte, me mandes un mail para decirme cuánto te alegra que yo esté bien de salud. Fue un camino de muchísimos mates, de muchísimas hojas leídas y escritas para la facu (y para nosotras, que nos terminábamos las frases de los parciales domiciliarios, te acordás?), de muchas charlas, risas, llantos, emociones... y no sigo recorriéndolo porque ya se me hace un nudo en el pecho y voy a llorar. Viste, te dije que iba a llorar... se me caen los lagrimones.
Siempre me acuerdo, en especial, de un día. Esto que sigue lo saqué de un archivito mío: "Hubo algo especial que me acercó mucho a Ana. Yo había vuelto de Buenos Aires, era marzo del '99, y traía la noticia. A Ana me la encontré directamente en la facultad, para cursar el práctico de Urbana. Antes de entrar a clase, le conté algo del viaje, y ella, me hizo una propuesta: que en lugar de ir a la clase, fuéramos al comedor a tomar un café. Ella tan de los cafés... Creo que fue en esa charla cuando, en algún momento, me di cuenta de que lo que venía no era sólo un nombre nuevo en mi vida, sino algo que iba mucho más adentro de mí."
Eso es un color del arco iris que tiene nuestra amistad.
Anita, basta de melodramas y tanto palabrerío que siempre temo que sea puro disfraz. En criollo básico: Te quiero mucho y te deseo toda la felicidad del mundo con Mauri. Y a Mauri lo mismo: te deseo toda la felicidad junto a Anita. Cuídense mucho y sean felices. Disfruten de todas las pequeñas cosas.