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Próximo destino: Madrid

Martes 6 de julio

Fue mejor. Al lado del hotel había un supermercado, y a la mañana, ni bien me desperté, fui de compras. Desayunamos, y luego, como ya sabíamos que la línea verde no funcionaba, nos organizamos para evitarla.
El primer paseo del día fue ir a Notre- Dame. Tomamos el metro hasta ahí y llegamos muy bien. La Catedral está entre dos puentes del Sena. Es decir, tiene río a un lado y al otro. Tiene un gran parque alrededor y es bellísima. Hermosa. Es increíble ver con los propios ojos esas construcciones que uno vio tantas veces en las fotos. Es genial porque cuando no mira un libro, y ve que cada detalle está tan cuidado, en verdad ve las imágenes de una en una. Y cuando mira una obra de arte como esta Catedral, ve que es puro detalle, y todo hecho a la perfección. Y no puede menos que admirarse. Entramos, y también vimos cosas bellísimas. Sólo los arcos góticos, tantos, son una belleza. Ahí me acordé de las clases de Historia de las Manifestaciones Simbólicas, la única materia que tuve en la facultad cuyo nombre Javi se aprendió de memoria. Es hermosa (la catedral, claro).
De ahí, caminando, nos fuimos al Musé D´Orsay. Ahí vimos a los impresionistas. Es tanta la belleza que uno se embriaga. Vimos a Renoir, Van Gogh, Gauguin, Degas, Monet, y quedamos extasiadas. Al salir, necesitábamos una pausa. Tal vez unos mates, agua fresca, ir al baño. En pocos bares te dejaban ir al baño gratis. O tenías que consumir o pagar. Y era así: si no consumís, no pasás al baño. Me acordé del Tour del Descompuesto del Gato y el Zorro, ¿lo escucharon? Empezamos a caminar desde el Museo rumbo al Arco del Triunfo, nuestro siguiente destino, y yo dije: "Seguro que encontramos un supermercado en el camino". No. Por ahí están los negocios de ropa más caros que he visto (ejemplo: un pantalón de jeans por 230 euros, una pollera por cien, etc...). Encontramos un pequeño drugstore y ahí mami y Nati compraron unas bananas. Seguimos caminando, con la pancita llena, pero Nati estaba tan sedienta que iba a comprar una botella de agua en un kiosco, y dijo que no le importaba el precio. Mami y yo nos sentamos en unas sillitas que el kiosco tenía en la vereda, mientras la esperábamos a Nati. Al ratito, salió furiosa: "Están locos, están en pedo", y tenía razón: querían cobrar un litro y medio de agua mineral (que en el supermercado sale más o menos 40 céntimos) 3,80 euros. Las tres nos enfurecimos, y yo insistí en que pronto en algún lugar encontraríamos algún bebedero. Costó, pero lo encontramos, al lado de un lago, cerca de la Plaza de la Concordia (donde le cortaron la cabeza a María Antonieta, si no me equivoco). Por fin. Más serenas, nos fuimos hacia el Arco. De camino, procuramos averiguar dónde había un supermercado, y lo encontramos. Hicimos las compras y después nos fuimos al Arco del Triunfo. Es una construcción muy linda, armónica y llena de relieves (digo, no es un arco liso y listo). Todas las inscripciones y los sobre-relieves hacen alusión a distintas guerras, y ahí está la Tumba del Soldado Desconocido, que representa a todos los que cayeron en la Segunda Guerra Mundial. Al fin, fue un buen día. Digo "al fin" porque en general, París nos resultó bastante hostil: es bastante caro (incluso en el supermercado) que el resto de los lugares y además, es difícil comunicarse con la gente, que sabiendo que vive en una ciudad turística, espera que sea uno el que habla francés. Ellos, no hablan ni inglés. Para poder comunicarse, uno tiene que esperar que alguien que sabe "a little bit" de inglés tenga la buena predisposición de ayudarle. Claro que siempre hay alguien así, pero uno siempre se encuentra en la situación de "rogar" que te ayuden.

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