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Próximo destino: Madrid

Estoy leyendo Ulises, de Joyce. Estoy enganchada, pero no termino nunca, y sólo tengo un mes para tenerlo en casa.

Estoy nadando todos los días, es verano y voy siempre a la pile. Ya no nado tanto como el año pasado, me pregunto a veces por qué, pero lo más importante es que me siento bien y eso es suficiente.

Pero lo que me tiene realmente apabullada es el desorden en el que vivo. Más allá del desorden que pueda tener de pronto en mi interior (los pequeños conflictos internos de cada día), tengo cada día más y más revistas y papeles y papelitos y todos desordenados, pero todos en casa por las dudas, porque "si algún día tengo ganas de leer, podría ver esta nota que está muy bien". Ni yo me creo esas bobadas. Cuando quiero leer tonterías, me saco de la biblio algún best seller, y cuando tengo ganas de leer cosas buenas, algo bueno, como Ulises ahora. Nunca recurro a las revistas de casa, que tengo desde hace dos años. ¿Y dónde está la punta del ovillo? ¿Resolveré mis problemas de desorden interior cuando consiga odenar mis papeles, por ejemplo? ¿O debo primero resolver mis problemas más existenciales para decidir luego tirar todo a la basura? ¿O es que no tengo ganas de ordenar nada de nada? ¿O se trata de enfrentarse a un conflicto y resolverlo positivamente, ya sea antes o después de ordenar una u otra cosa? Qué dilema...

 

4 comentarios

Natalia -

No te preocupes, Ju, todos tenemos esos momentos de desorden; ambos, interno y externo. Nos vemos pronto guapa!

Yo -

Y, no, si vos no me contás... Desde tu cumple que espero alguna noticia tuya. Besos

María -

ni digas lo de los quilombos internos /externos! estoy igual. Trato de ordenar en un lado y se me despelota en el otro.
Sabias que hago tiatro con your father?

bustelo -

Cometario: El otro día, en el Hotel en el que vivo, conocí a una turista irlandesa no del todo fea y sin mofletes colorados, que me contaba que en Irlanda están hasta las bolas de Joyce, que ahora es algo así como un recurso turístico. Todo eso en el Spanglish más increíble. Nos cagamos de la risa y no entendimos nada. No nos dimos cuenta, pero ese día hicimos literatura. Joyce estaba con nosotros.