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Próximo destino: Madrid

24 de abril de 2005

Ayer a la mañana, mientras Javi y yo tomábamos mates en la cama, yo le sugerí que hiciéramos la lista de las compras. Tenía ganas de hacerla, salir y olvidarme de esa obligación que necesariamente, para poder compartir, la planificamos para los sábados o, excepcionalmente, los domingos. Pero Javi sugirió que, como hacía quince días habíamos hecho una lista bastante general de las cosas infaltables, que antes de salir la mirábamos, hacíamos la lista pequeña y ya está, sin más problemas. Así que se levantó, puso un cd de Queen y nos distrajimos.
La mañana se pasó entre más mates, un poco de limpieza, música, tele y charla. Como vi que era un lindo día, a eso de las 3 y media de la tarde le anuncié a Javi que más tarde, luego de hacer las compras, yo saldría en bici a buscar una peli, la vería y luego volvería a llevarla en bici (si no se hacía demasiado tarde). Así que él dijo: Bueno, vamos" y salimos de compras, con las dos mochilas, la bolsa reciclable, el dinero, los pases para el autobús y las llaves.
Cuando estábamos por llegar a la parada en la que teníamos que bajarnos, yo comencé a contarle a Javi de una pareja que había visto otro día en ese mismo autobús. Eran un hombre y una mujer menudos, pequeñitos, tanto que pensé que probablemente fueran adolescentes. Estaba yo describiendo a estos dos seres especialmente feos (a uno le faltaban dientes y la otra los tenía chuecos, iban medio sucios, él era narigón, ella usaba anteojos muy gruesos), cuando llegamos a la primera senda peatonal con semáforo que teníamos que cruzar para llegar al supermercado. Nosotros siempre cruzamos en verde, y ayer no fue la excepción. Pero algo interrumpió mi historia: de pronto, me vi volando por los aires, empujada por un coche que frenó justo a tiempo para no arrollarnos. Lo cierto es que yo entré en un shock nervioso en el que se me mezclaron la furia porque el señor cruzó en rojo, con la sorpresa -entonces no me dolía nada- y comencé a temblar de una forma descontrolada, a llorar y a insultarlo a los gritos, mientras le decía a Javi y a toda la gente que se juntó a ver el morbo que le tomaran la patente. El conductor me preguntaba si estaba bien, mientras yo lloraba y temblaba segura de que él quería un "sí" para irse a la mierda, incluso me respondió "boluda" a mi "boludo" y ahí Javi se le tiró encima diciéndole que no la insultara a su esposa. En ese momento lo vi a él, enfurecido y capaz de pegarle al tipo -que también estaba levantando las manos- y me desesperé más, seguía temblando, llorando y gritando, mucho por la situación pero también porque me veía temblar tanto que tenía miedo de tener convulsiones. Entre toda esa locura pensé que debíamos pedirle el DNI al conductor, que Javi no tenía un boli para anotar la patente, pensé muchas cosas pero sólo conseguí que alguien anotara la matrícula. Para entonces, cuando vi el papelito con el número y las letras, una señora me estaba llevando más lejos de todo, me abrazaba y consolaba, y yo escuchaba a otras señoras y a Javi y me di cuenta de que el auto no estaba más. Un señor insistía en que me moviera de tal y cual forma, que no temblara más, una señora me decía que le dijera a Javi "Cariño, te quiero", yo sonreí pero sabía que pretender que todo estaba bien era un imposible, porque era incontrolable. Quería ir a un hospital pero cambié un poco de idea cuando el señor me controló el pulso y me dijo que estaba bien, ya que esa era mi preocupación principal: los nervios y el corazón, por el susto. Él me dijo que estaba bien, que había sido el golpe, y que hacer la denuncia era un lío porque no iba a pasar nada, que nos fuéramos de compras (le dijimos que íbamos al súper) y nos olvidáramos de todo. Pero a mí me costaba, seguía lagrimeando y temblando a pesar de que me daba cuenta de que era una bendición estar viva después de tal golpe. Al fin, luego de que las señoras nos dieron los besos de despedida, fuimos con Javi al parque Almodóvar, nos sentamos, y yo procuré tranquilizarme, sin presión. Cuando me sentí más tranquila, le dije a Javi que fuéramos al súper y entre alguna lágrima furtiva, hicimos las compras casi como cualquier otro día. Cargamos de latas las mochilas y dos bolsas y volvimos en cole a casa, como siempre. Cuando llegamos, ya estábamos bastante más calmados y teníamos los cuerpos más fríos, así que al rato nos empezó a doler todo. Aunque eran dolores lógicos del golpe, decidimos ir al hospital. Ahí nos hicieron unas placas (a Javi de la rodilla y a mí de la rodilla y la cintura) y nos dijeron que estábamos bien pero que teníamos contusiones por el golpe. Leímos todos los papeles que nos dieron y nos enteramos de que, sin los datos del coche, nosotros nos teníamos que hacer cargo de los gastos de Urgencias. En ese momento pensamos que teníamos la matrícula, y como había sido demasiado para un día, nos volvimos a casa, estrenamos el horno con una pizza y celebramos que estamos vivos. A las 4 de la mañana, yo me desperté, nerviosa, mal, triste, estuve una hora dando vueltas en la cama, con toda la espalda dolorida, y luego volví a dormirme. Fue una fea noche. Esta mañana me desperté con dolores en todo el cuerpo, que aumentaban a cada rato. Javi se siente mejor, fue a jugar al fútbol, y metió 3 goles, pero yo opté por ir en cole a buscar una peli y mirarla tiradita en el sillón. Cuando Javi volvió del partido, entre todos mis dolores (que no sabemos cómo progresarán) y la bronca que nos dio que el tipo se fuera, decidimos ir a hacer la denuncia. Nos la tomaron, como corresponde, para luego decirnos que seguramente no pasaría nada.

4 de mayo
La semana pasada fui al hospital para llevar los papeles. Allí me indicaron que la matrícula no es suficiente y los trámites que tengo que hacer para que no nos pasen la factura. Hoy fui a este lugar de los seguros, me dieron el nombre de la compañía, y cual fue mi sorpresa esta tarde cuando me llamó una señora de la Asociación de Accidentados de Madrid, para darme datos de un abogado que atiende gratis casos como este. Me huele a algo raro, pero tal vez llame para ver de qué se trata.

1 comentario

Matías -

Guaaaaaaaauuuuuuuuuuuuuuu! ¡Te juro por el cadáver de Perón que no podía parar de leer! Me encantó la historia. Lamento tu accidente y tu susto pero... ¿no vas a negar que al menos volviste a tu blog y, esta vez, con algo grosso?

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