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Próximo destino: Madrid

Despedidas

El Negro

El martes pasado, o el miércoles, fui a la biblioteca buscando Romeo y Julieta, que confieso que todavía no he leído. Me asombró no encontrarlo, y aunque mi primera reacción fue sentir que había perdido el tiempo, opté por deleitarme la vista y la imaginación con algunos libros. Pero como iba a buscar un libro en concreto, opté por seguir mi búsqueda por otros sitios y me fui. Cuando me iba, me llamó la atención un poster de un diario deportivo. Lo miré y comprendí por qué estaba ahí: están organizando un concurso de "libro deportivo". Miré las bases, interesada (últimamente miro todas las bases de concursos de libros interesada, como si eso fuera a hacerme escribir...), y me fui pensando en eso. Por qué punta podría agarrar yo el deporte sin sentir una pasión especial y arrolladora por ninguno. Aquí podemos analizar si uno tiene/puede/quiere escribir acerca de eso que le apasiona o si alcanza con observar la vida y pensar un poco... Yo pensé en el fútbol, y lo primero que me vino a la cabeza es la nergía que mueve incluso en ciudades pequeñas, como 9 de Julio. Me acordé de la cancha del Club Libertad, que veía cada vez que me iba de viaje, y de lo lejana que me resultaba esa cancha, aunque yo era socia del club y supongo que podría haber ido a ver algún partido alguna vez. Me acordé de los chicos con los que nos juntamos mis amigas de la escuela algunos veranos en el club, ya que alguno de ellos jugaba al fútbol en el club. Y del Vasco, cómo no, tan apasionado por Boca y San Martín. Creo que sólo alguna vez lo vi discutiendo mucho mucho por razones peloteras, pero me lo puedo imaginar ahí, en el bar del club, discutiendo de jugadas, de partidos o torneos como si ahí se acabara el mundo. Esa canchita, tan chiquita, con esas gradas de madera, en el medio del campo es la vida de tanta gente... Y claro, en mi reguero de recuerdos futbolísticos, cómo iba a faltar el Negro Fontanarrosa. Pocas veces se me ha venido porque sí a la memoria. Pero cómo olvidarme del cuento del viejito, que logró emocionarme a base de pasión futbolística... Y pensé: si pudiera hacer algo con los clubes de 9 como hizo el Negro con su pasión rosarina, sería Gardel... Y me quedé helada cuando a los dos días leí que se fue. Eso es premonición, conexión, sensibilidad o casualidad?
Negro, yo también te voy a extrañar.

Mi abuela Mary

7 de junio de 2005
El otro sábado (el 28/05, para ser más precisa), inauguraban la temporada de piscinas municipales con un lindo detalle: eran gratis. Así que por fin iba a ir a una pile en Madrid, a disfrutar del sol y a nadar. Me conecté a Internet a averiguar a qué pile podíamos ir, y leí mis correos. Me enteré de que había malas noticias en La Cumbre, pero pensé que “linfoma” era el nombre de la recuperación complicada de mi abuela. Almorcé, y Javi no llegaba. Terminé de almorzar, lavé los platos, y él no venía. Miré las noticias, y nada. Hasta que a las 5 llegó. Entonces, en lugar de hacerle el tour fantástico por la mugre de la casa (cuyo objetivo era que, mediante la risa, él notara las distintas dimensiones de esa dejadez), me salió el tiro por la culata y le dije que él no hacía nada. Nos gritamos, descargamos un poco de bronca o tensión acumulados y no sé en qué momento, no sé por qué milagro, él vino y me abrazó. Entonces exploté, me largué a llorar y le dije que mi abuela tenía cáncer, y lloraba tanto que él no me entendía y lo tuve que decir varias veces, hasta que lo dije bien claro. Y lloré en su pecho, y me consoló. Lloré mucho, y él me dejó. Le conté que le harían un tratamiento de quimio, que aparentemente podría aguantar. Y le dije que bueno, que eventualmente se iría, que llegado el momento, yo sabía que la había disfrutado mucho, que las dos nos disfrutamos mutuamente, que fue fantástico tener una abuela como ella y toda esa sarta de cosas perfectamente racionales que una dice en casos como este. Claro que siempre podría haber habido una llamada más, otra carta, más fotos, uno o dos días más por estadía... pero incluso hasta ese día yo sabía que la disfruté a pleno.
Después de llorar y conseguir que mis ojos se pusieran rojos y chiquitos, fuimos a la pile, nadé, tomamos aire, volvimos e hicimos las compras. Al otro día, se nubló y si bien no hizo frío, yo me aletargué un poco. Tal vez fue la tensión del día anterior, el relax del fin de semana o las ganas de no hacer nada; lo cierto es que Javi se fue a jugar al fútbol y yo me alquilé una peli romántica (Love Actually), me acosté en el sillón, me tapé y hasta lloré. La peli era inglesa, con Emma Thompson, Hugh Grant y otros conocidos, no tenía sexo ni violencia, y pensé que era el tipo de peli que les gustaría ver a mis abuelos, y que se la recomendaría.
Yo tenía ganas de hablar con Mary, pero no se podía, porque estaba lejos de un teléfono y supongo, demasiado debilucha. Y la verdad es que mi abuelo es un hombre de pocas palabras, y supongo que se sentía mal de no poder darme alguna noticia concreta, así que me había dicho que cuando tuviera novedades, me llamaría. Así que pensé que por lo menos tenía que escribirle un e-mail, como para que él se lo pudiera leer a Mary y así tuvieran algo distinto de qué hablar. Así que el lunes, cuando llegué del trabajo, prendí la tele, pero luego la apagué y puse “My fair lady”, el CD que me regalaron ellos para mi otro cumple, y me dispuse a escribirles. Me resultó un poco difícil hacerlo, sobre todo porque no podía comentar nada del diagnóstico de Mary. Me puse un poco triste, y terminé diciéndoles que esperaba que se sintieran cerca de mi corazón, que es donde están. Les mandé el mail, me desconecté de Internet y como siempre, chequeé el contestador automático. Había un mensaje de papá, que decía “Juli, cuando puedas llamanos al departamento de Ken” y no sé qué más. Yo pensé que era lógico, para qué iba a estar mi papá ahí un lunes laborable, sobre todo si iba a ir el siguiente fin de semana. Javi me recomendó calmarme y llamar, pero nadie contestaba. Al fin me contestó papá, y me dijo que la noticia era triste, que Mary había fallecido el domingo a la mañana. A él lo habían llamado el sábado para decirle que la habían internado de urgencia pero no llegó a tiempo para verla. Yo me largué a llorar y le pasé el teléfono a Javi. Luego pude volver a hablar con papi e hice un esfuerzo para saludarlo a Ken, que también estaba (creo yo) a punto de llorar. Debo haber llorado cuarenta minutos, no sé, pero lloré todo lo que necesité en ese momento. Al otro día me levanté con los ojos hinchados pero tenía que ir a trabajar, así que fui. Lloraba a cada rato, pero procurando que nadie me viera porque si no, tendría que comentar todo y no quería. Al fin, cuando salí del trabajo y llegué al Paseo del Prado, me senté en un banco y me eché a llorar, y largué todo lo que había contenido durante el día. Estuve un buen rato llorando, hasta que me calmé y seguí. Esa noche, llamé a Córdoba de nuevo, más calmada, y hablé con papi, Adri y Ken. Adri me sacó de tema, supongo que es lógico que alguien procurara distraerme. Papá me contó que hicieron una misa, o una ceremonia (no estoy segura) para despedir a Mary, que fue muy emotiva y que estaba todo el mundo, demostrando cuán querida era. Ken, muy blandito, me dijo “Estábamos los dos muy emocionados, ayer”, “Mary hizo bien a mucha gente” y yo le dije “Y nos hizo muy felices a nosotros, Ken” con la emoción a flor de piel. Me hizo bien decir(me) eso, porque sé que es cierto y que hace bien recordar las cosas buenas.
Los días siguientes, un poco a fuerza de la rutina, mi ánimo mejoró, pero siempre teniendo presente a Mary. Una de las cosas que más me golpeó, porque era mi gran ilusión, es saber que mis abuelos no van a venir a visitarnos a Madrid, y que no podremos acompañarlos a Inglaterra a que conozcan a sus bisnietos. El año pasado, cuando yo me despedí de ellos, Ken me dijo: “Y a ver si la próxima vez que nos vemos es en Madrid”. Yo pensé que era una broma, una forma dulce de despedirse para siempre... y vaya ironía. Les pregunté si hablaban en serio y Mary me dijo que cuando estuvieran en Links, más tranquilos, y con motivo de los 90 años de Ken, tal vez pudieran pensar en un viaje así. Incluso ella me dijo, a solas, que por ella vendría en cualquier momento, que el tema era Ken... Yo me ilusioné mucho y sobre todo desde que Javi y yo nos mudamos, los alenté a venir. Y la ironía es que, al fin, esa ilusión fue algo dulce, una linda esperanza. En los primeros días, y ahora también, pienso en cuánto le hubiera gustado a Mary ver Madrid en primavera. Y es que a quién no le gusta: está llena de flores, de fuentes, de verde, de perfume... Y con ayuda de Dios, pienso que ella ahora es una luz, un ángel, mi ángel de la guarda, que está en el cielo, y que desde ahí arriba, bajo la forma que sea, junto a las otras abuelas (las de Javi y mi abuela Elena) y a mis tíos, nos mira, camina conmigo por el Paseo del Prado, mira la Cibeles, huele las flores, y me acompaña. En realidad, cuando paseo y miro las cosas bellas que me rodean, pienso en todos mis seres queridos, pero me ilusiona pensar que Mary puede verlo, y que está a mi lado cuando yo la siento. También pienso que debe estar contenta de estar con su hijo Frank, con quien compartió tan pocos años. Y con su hermana Eve, su papá –de quien estaba tan orgullosa-, con su mamá... y así, la verdad es que no es tan triste. Gracias a Dios.

"...comienza un camino, otro buen camino..."

Es viernes y el primer dia que paso sola en estas vacaciones. Es raro, despues de tanto tiempo de estar acompaniada, de golpe tener la perspectiva de pasar un buen tiempo sola. Y no sera solo hoy, ya que esta tardecita voy a empezar un viaje en colectivo que terminara el domingo a la maniana, viajo de Londres a Madrid y por fin tendre tiempo de pensar y escribir todo lo que deje pendiente y tengo en la punta de la lengua, o de mis manos.
En este tiempo la vida me ha superado y permiti que todo fluyera. Y me quede sin tiempo para sentarme a pensar y escribir. Y me olvide del dia del amigo... pero siempre estan ahi... aca, en mi cuore...
Pronto empezara una nueva etapa.
Espero, de a poco, poder ponerme al dia con todo lo que me ha pasado y tenerlos al tanto de mi vida.

El fin de semana que pasó

¡¡Fue tan especial!! Fui a Olavarría y estuve con todas las amigas de la facultad. Son amigas que quiero mucho y que siempre estuvieron conmigo, de una u otra forma. Pero que tienen su vida, sus cosas (como todos nosotros) y la distancia complica los encuentros personales o las charlas telefónicas. Y en dos días que estuve, logré tener un momento especial con cada una de ellas, y realmente me llenó el alma de dicha. Estoy contentísima de haber visitado a toda la gente querida que visité. Agradezco al cielo por la gente que me rodea.

Cada día...

me voy un poco más. Me voy yendo de la gente, de los lugares, de la que hasta hace tan sólo dos meses era mi vida típica, normal. Es la vida, no? Pero a veces cuesta un poco. Sería fácil decir que todo es felicidad, pero la verdad es que se me confunden las sonrisas y las lágrimas, las carcajadas y los llantos desconsolados. Gracias al cielo, gracias a la vida, tengo muchas personas que voy a extrañar.

Se viene... o me voy... como prefieran

Llegó el día. Después de tantas vueltas, y varios nervios, ya tengo fecha de viaje. Es el domingo 20 de junio, después de almorzar. El vuelo parece ser interesante. Es por una empresa uruguaya, de manera que salgo de Aeroparque, hago escala en Montevideo y de ahí a Madrid.
Hace ya un tiempo que estoy sensiblota y medio en las nubes, pero ahora llegó el momento de caer y darme cuenta de que ya está todo en marcha, con día y hora. Y cuesta un poco. Lo bueno es que (creo que) tengo claro a quiénes quiero ver, qué cosas quiero hacer antes de irme... y estoy ocupándome de eso.
Espero poder ver a todos...
También sería lindo que, ya que no me voy desde Ezeiza, que los que puedan me acompañen a Aeroparque... Pero está en ustedes...
Realmente estoy medio rara, y me pone mal estar así porque ni siquiera puedo escribir como a mí me gusta...
Hasta la próxima.

Algunos de mis sentimientos...

En el trabajo, me contaron que están tristes de que yo me vaya. Quienes me lo dijeron, son dos personas a quienes conozco desde hace poco tiempo pero ya aprecio mucho. Y es cierto, a mí también me apena dejar algunas cosas, algunos hábitos, y lo que es más importante, algunas personas. Ya empiezan las pequeñas despedidas, y siempre me traen tristeza. Igual, ya estoy organizando algo para que nos despidamos y además, para festejar mi cumpleaños. Seguramente habrán sonrisas y lágrimas.
Una amiga tiene miedo de que yo sufra. Yo también tengo miedo de sufrir. La ausencia de mis afectos, la extrañeza ante un lugar nuevo, y tal vez hostil. Y tengo otros miedos: extrañar el mate y la comida, no encontrar trabajo, no poder estudiar un postgrado (o hacer algo en la universidad), no estar cómoda en el lugar donde vivamos, que alguien querido me necesite y yo no esté (o al revés). Temo muchas cosas, pero estoy contenta con la decisión y sé que todo esto es parte de la vida. Y celebro estar viva y tener gente querida con quien compartir todo lo que me está pasando...