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Próximo destino: Madrid

Para Juan Gelman, Premio Cervantes 2007

Querido, admirado Juan: Cuando el año pasado decidieron el Premio Cervantes, yo iba en un taxi, desde el trabajo al correo central en la Plaza de Cibeles. Los viajes en taxi siempre me resultan un poco incómodos porque nunca sé hasta dónde queda bien hablar o callarse. Pero estaba la radio encendida y cuando escuché que el premio era para vos, le dije al taxista “Qué bien, se lo merece”. Él me preguntó “¿Está bien dado, el premio, entonces?” Como si mi opinión fuera importante, o le pudiera aclarar algo. Y le dije que sí, que te lo merecés por tu coherencia, por cómo luchaste por encontrar a tu nieta y en ella, la sangre derramada de tu hijo. Y además, por darles a las palabras esa vida propia, esa fuerza que nos mueve a todos el corazón. Por ser el poeta que sos.

Y ayer te fui a ver. “Qué cholula”, me dijo mi marido. Por ahí sí, pero al final no te pedí un autógrafo ni una foto. Me hubiera gustado, pero no se trataba de eso. ¿De felicitarte, por ahí? Puede ser, porque luchaste, con la palabra, por lo que era justo. Porque lograste trascender más allá de los fantasmas de la dictadura. Porque fuiste más fuerte que ellos. Y porque con tus versos llegaste a nuestro corazón. Porque tu presencia conmueve.

Ya sé que esto suena a palabra trillada, a cosa ya dicha y vacía de sentido, pero es lo que siento. Tal vez estés cansado de escucharnos decirte lo mismo una y otra vez, una y otra vez. Por eso se lo dije a Mara. Que me alegró mucho que encontraras a tu nieta después de tanto tiempo, y que te admiro y respeto. No sé si ella te lo dirá, si para ella también son palabras escuchadas hasta el hartazgo. Al menos no me dio esa impresión. Me dijo que Macarena estaba haciéndose el brushing, por acá, que por eso no había ido a la mesa redonda. Y que se lo diría a ella también. Eso sí que no me lo esperaba, pero me alegraría, ya que la celebración del encuentro debía ser mutua, más allá de los traspiés que hayan pasado. Mara me preguntó “¿Quién es Julieta?”, esperando quizás que fuera alguien relevante, conocida, con una historia similar, o que pudiera llegarte de forma especial. Pero no, yo soy sólo una admiradora de tus palabras, tu compromiso y quería que lo supieras. Ojalá Mara te lo diga. Sé que ella debe ser especial. Que de ella, Macarena y vos escucharán que en la puerta de la Casta de América, mientras encendía un cigarrillo, una chica de mochila celeste, acento argentino y un poco de vergüenza se le acercó y le preguntó si ella era tu compañera, Mara. Y le dijo que ante vos se le había nublado un poco todo, por los nervios, viste. Pero que se alegró del encuentro entre los dos huérfanos de Marcelo -como vos más o menos dijiste- y que te admira profundamente. Se le olvidó decirle que te felicita también por el Cervantes, y por ahí fue desatinado decir que te sigue en el Página/12, pero es lo que habitualmente lee. Tus poemas quedaron en la biblioteca de mi papá, en la provincia de Buenos Aires. También hay ahí algún cd que vino con el diario. Y más admiradores. Y por ahí, quién te dice, alguien más que celebra que otra más te diga lo que tantos sentimos.

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