Las pequeñas cosas
Cuando estabapor venir a España, María me contó que en casi todos lados las pelis se veían dobladas. Me imaginaba que sería más difícil encontrar yerba y dulce de leche. Ana me había dicho que había poca variedad de galletitas dulces. Pero nadie me dijo que no encontraría zapallitos de tronco. En seguida los reemplacé para casi todo por los zuchini, y renuncié a los zapallitos rellenos. Me olvidé del sabor y me hice a la idea de que el reemplazo era perfectamente válido. Hasta que en enero, cuando le pregunté a Bruno si quería algo especial de Argentina, me dijo en joda "semillas de zapallitos de tronco". Como adejmás de barato no ocupaba lugar, en La Huerta, el día antes de volver, compré unos cuantos gramos. Metí el sobrecito en la valija pero accesible, por si me decían algo en alguno de los aeropuertos, pero pasé como Pancho por su casa, sin problemas. Al llegar, repartí las semillas en dos sobrecitos. Uno lo llevé a la oficina y el otro, con unos caramelos de dulce de leche, se los subí a los vecinos de arriba, que tienen una "casa en el pueblo" (qué pueblo? el de toda la vida!!). Y cuál fue mi sorpresa cuando el otro domingo, mientras estaba en el Museo Reina Sofía viendo Los Cinéticos, Natalia le dejó a Javi una bolsita con 4 zapallitos y 2 zuchinis!!! Esa misma noche hice zapallitos rellenos con carne, y comerlos fue una fiesta.
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