Algo pasó
17 de abril de 2004
Hacía bastante que no escribía. Hay mucho para hacer, todos los días, y todo lleva mucho tiempo.
Hoy es sábado. El lunes pasado llegaron las cosas de Tucumán a Pehuajó: 33 bultos que tuvimos que organizar para ver qué se hace con ellos durante los tres años que estaremos en España. Algunos eran fáciles de organizar, como la heladera o el lavarropas: sabemos que no nos los llevamos y la cuestión es dejarlos bien acomodados. Pero habían otras cosas que yo acomodé de una manera muy particular: en lugar de envolver las cosas frágiles en diarios, y así dejarlas listas para que queden archivadas o para que se puedan enviar a España o a quién sabe dónde, envolví todo con ropa interior, para que ésta no ocupe lugar en los bolsos. De modo que cuando llegaron los 33 bultos, tuve que vaciar 22 bultos (16 cajas, cuatro bolsos, un baúl y un revistero), desorganizarlo todo de vuelta, envolver todo con diarios y volver a guardar todo en su lugar. Digamos la verdad: todavía hay varias cosas que no encontré porque hay varias cajas que no desarmé.
Después, me puse a pensar qué cosas se tiene que llevar Javier (y pensé en esas cosas que sólo las mujeres pensamos tan organizadamente), las separé y volví a armar una valija provisoria para él, que todavía no sabe cuándo se va.
A todo esto, él hablaba todos los días por teléfono en horario comercial a Córdoba y Tucumán, para ver cómo iban su trámite de la visa. En cuanto yo me volví a 9 de Julio (no había llegado a mi casa que él ya estaba organizando con mi mamá por teléfono), me enteré que esa noche (miércoles) teníamos que salir rumbo a Córdoba a buscar la visa antes de que la mandaran a Tucumán de vuelta. Había que interceptar el trámite en el camino. Salimos, como siempre, una hora tarde (la empresa que hace el servicio 9 de Julio Córdoba ofrece un servicio pésimo), llegamos a Córdoba a la mañana temprano, desayunamos leche chocolatada, galletitas rellenas con sabor a frambuesa y chocolate y caminando, fuimos al Consulado de España. Llegamos 8:45 y ya había una cola de más o menos 10 personas. Abrían a las 9. 10:20, con todos los papeles en orden, estábamos arriba del micro que nos llevaría a Cruz Chica (Valle de Punilla), donde viven Ken y Mary, mis abuelos. Todo salió bien y a eso de las 13 estábamos almorzando con ellos. Allá ya hace frío y el hogar a leña estaba a pleno, así que Javi se encargó de ayudar con el fuego y los troncos más pesados. A las cinco tomamos el clásico té inglés con cookies y banana bread y después salimos al centro. Ahí arreglamos todo para el viaje del día siguiente, mientras mi abuela hacía unas compras. Cenamos una rica comida y de postre había de todo para elegir: compota de damascos, jalea de uvas casera, flan y junket (ya les contaré qué es). Al otro día, fuimos otra vez al centro y mientras Javi miró su e-mail y Ken hacía unos trámites, yo acompañé a Mary a hacer unos mandados: fuimos a comprar unos regalitos, al banco y saludé a algunos amigos de mis abuelos que crucé en el centro: Cissie, Biddy y Alex.
Almorzamos milanesas a la napolitana y antes del té nos llevaron a la terminal. Tomamos el micro de vuelta a las 15:55. Llegamos a 9 de Julio a las cinco y media de la mañana, y para las cinco y media de esta tarde ya estábamos acá en Pehuajó, tomando otro clásico té pero con mi papá, Adriana y los padres de Javi.
Ahora es martes, y estoy en Buenos Aires con Adriana, tratando de ubicar a mi papá y de encontrarnos unas horas antes de lo previsto, ya que Adri no tuvo un curso que vino a hacer. A mí, me fue bárbaro: comencé el trámite de mi pasaporte inglés, están todos los papeles bien y en dos semanas lo tendré en mis manos. Más tarde, Adri me acompañó a las agencias y conseguí un buen precio, día y peso de equipaje para Javi, así que ese gran problema ya está resuelto. Ahora no puedo creer lo cansada que estoy: como siempre, después de grandes tensiones, estoy con un sueño y un cansancio general increíbles. Ya empecé a arreglar algunas despedidas de Javi (el otro martes cenamos con mi padrino-tío, tía y primos y espero en esos días verla a Euge, que hace mucho que no la veo). Ya pasó una buena parte de la vorágine, pero todavía creo que nos está superando, y que sólo caeremos cuando estemos en el aeropuerto. Hasta pronto.
Hacía bastante que no escribía. Hay mucho para hacer, todos los días, y todo lleva mucho tiempo.
Hoy es sábado. El lunes pasado llegaron las cosas de Tucumán a Pehuajó: 33 bultos que tuvimos que organizar para ver qué se hace con ellos durante los tres años que estaremos en España. Algunos eran fáciles de organizar, como la heladera o el lavarropas: sabemos que no nos los llevamos y la cuestión es dejarlos bien acomodados. Pero habían otras cosas que yo acomodé de una manera muy particular: en lugar de envolver las cosas frágiles en diarios, y así dejarlas listas para que queden archivadas o para que se puedan enviar a España o a quién sabe dónde, envolví todo con ropa interior, para que ésta no ocupe lugar en los bolsos. De modo que cuando llegaron los 33 bultos, tuve que vaciar 22 bultos (16 cajas, cuatro bolsos, un baúl y un revistero), desorganizarlo todo de vuelta, envolver todo con diarios y volver a guardar todo en su lugar. Digamos la verdad: todavía hay varias cosas que no encontré porque hay varias cajas que no desarmé.
Después, me puse a pensar qué cosas se tiene que llevar Javier (y pensé en esas cosas que sólo las mujeres pensamos tan organizadamente), las separé y volví a armar una valija provisoria para él, que todavía no sabe cuándo se va.
A todo esto, él hablaba todos los días por teléfono en horario comercial a Córdoba y Tucumán, para ver cómo iban su trámite de la visa. En cuanto yo me volví a 9 de Julio (no había llegado a mi casa que él ya estaba organizando con mi mamá por teléfono), me enteré que esa noche (miércoles) teníamos que salir rumbo a Córdoba a buscar la visa antes de que la mandaran a Tucumán de vuelta. Había que interceptar el trámite en el camino. Salimos, como siempre, una hora tarde (la empresa que hace el servicio 9 de Julio Córdoba ofrece un servicio pésimo), llegamos a Córdoba a la mañana temprano, desayunamos leche chocolatada, galletitas rellenas con sabor a frambuesa y chocolate y caminando, fuimos al Consulado de España. Llegamos 8:45 y ya había una cola de más o menos 10 personas. Abrían a las 9. 10:20, con todos los papeles en orden, estábamos arriba del micro que nos llevaría a Cruz Chica (Valle de Punilla), donde viven Ken y Mary, mis abuelos. Todo salió bien y a eso de las 13 estábamos almorzando con ellos. Allá ya hace frío y el hogar a leña estaba a pleno, así que Javi se encargó de ayudar con el fuego y los troncos más pesados. A las cinco tomamos el clásico té inglés con cookies y banana bread y después salimos al centro. Ahí arreglamos todo para el viaje del día siguiente, mientras mi abuela hacía unas compras. Cenamos una rica comida y de postre había de todo para elegir: compota de damascos, jalea de uvas casera, flan y junket (ya les contaré qué es). Al otro día, fuimos otra vez al centro y mientras Javi miró su e-mail y Ken hacía unos trámites, yo acompañé a Mary a hacer unos mandados: fuimos a comprar unos regalitos, al banco y saludé a algunos amigos de mis abuelos que crucé en el centro: Cissie, Biddy y Alex.
Almorzamos milanesas a la napolitana y antes del té nos llevaron a la terminal. Tomamos el micro de vuelta a las 15:55. Llegamos a 9 de Julio a las cinco y media de la mañana, y para las cinco y media de esta tarde ya estábamos acá en Pehuajó, tomando otro clásico té pero con mi papá, Adriana y los padres de Javi.
Ahora es martes, y estoy en Buenos Aires con Adriana, tratando de ubicar a mi papá y de encontrarnos unas horas antes de lo previsto, ya que Adri no tuvo un curso que vino a hacer. A mí, me fue bárbaro: comencé el trámite de mi pasaporte inglés, están todos los papeles bien y en dos semanas lo tendré en mis manos. Más tarde, Adri me acompañó a las agencias y conseguí un buen precio, día y peso de equipaje para Javi, así que ese gran problema ya está resuelto. Ahora no puedo creer lo cansada que estoy: como siempre, después de grandes tensiones, estoy con un sueño y un cansancio general increíbles. Ya empecé a arreglar algunas despedidas de Javi (el otro martes cenamos con mi padrino-tío, tía y primos y espero en esos días verla a Euge, que hace mucho que no la veo). Ya pasó una buena parte de la vorágine, pero todavía creo que nos está superando, y que sólo caeremos cuando estemos en el aeropuerto. Hasta pronto.
3 comentarios
Jordan Flipsyde -
gabi -
Gabi -