Ayer
Ayer cumplí años. Eso ya lo sabían. Lo que no saben, es cómo pasé mi día. En el colegio, tomamos mates y comimos torta, tortillas y galletitas. Me felicitaron, me aplaudieron, parecí el centro de todo. Pero no, no me la creí.
En la legislatura, todos me saludaron muy bien. Y hacia el fin de mi día laboral, me llamó mi hermanita desde England.
Cuando salí de la legislatura fui a hacer unas últimas compritas y después fui a casa a almorzar, a eso de las dos y media de la tarde. Ni bien terminamos de almorzar, empecé el rally. Lavé los platos, hice una torta, rellené esa y otra que ya estaba hecha, y a eso de las 5 y pico de la tarde, comencé con las sfijas. Para los que no saben, las sfijas son una comida árabe que se hace con discos de empanadas y se rellenan con una mezcla de carne molida (picada, para todos los bonaerenses) cruda, limón, tomates, ajo y pimiento (ají para los bonaerenses). Se rellenan y se cierran como un triangulito, con una parte abierta. Bueno... terminamos con las sfijas a las 20:40. Hicimos 153 (sí, ciento cincuenta y tres!!). A las 21 estaba citada la gente en casa. Yo ni me había bañado cuando suena el timbre y temblé. Dije: se viene el malón todo junto y yo enharinada... pero no, era Alfredo. Él fue el primero de varios, a saber: Viviana, Bibiana, Eduardo (Batalla para todos), Lita, María Inés, Ramón, Nicolás, Silvia, Gladys, Emma, Paulina, Rodolfito, Noelia, Vanesa, Cecilia, Ricardo, Matilde y su nena (Lucía); además de Javier y yo. Imagínense el loquero que era el comedor de casa, con una mesa bastante grande que ocupa bastaaante lugar, y con ¡9! sillas para 20 personas!! Por suerte había refrescado un poco (el lunes hacía un calor de locos) y con el horno prendido, estaba más lindo en el balcón que adentro, así que algunos iban y venían, otros sentados, compartíamos sillas, y Javier y yo íbamos pasando y charlando con todos un poco. El ambiente era medio de locos, todos a los gritos, pero todo salió muy lindo.
Los crackers se ganaron el estrellato. Algunos de ustedes no saben qué es un cracker. Es un tubito de papel higiénico forrado con papel crepe, como si fuese un caramelo (es decir, le sobra papel por las dos puntas y uno lo ata para cerrarlo. Pero adentro tiene sorpresitas y una tarjetita. Originalmente, llevan sombreros de papel barrilete, un regalito y un chiste. Pero todavía no les dije qué es lo más llamativo: tienen unas tiritas de papel con pólvora. Cuando una persona toma una punta del "caramelo" y otra la otra, y tiran, explota. El que se queda con el tubito de papel higiénico, se queda con todo lo que hay adentro. Y se hace una ronda, en la cual cada uno tiene los brazos cruzados y en cada mano un cracker. Y a la cuenta de tres, tiramos todos y se escucha un gran bang. Estuvo genial, nadie del grupo conocía esto y fue muy lindo.
Las tortas, ricas, soplé velita, todos aplaudieron y cantaron el "Cumpleaños feliz".
Y tuve regalitos. Lindísimos todos: una crema, un molde para hacer huevos de pascua, un cinturón, un bolso, un dijecito de perlita (que parece una lágrima) y dos porta retratos. Todo hermoso.
Y no hubieron lágrimas. Creo que es porque todavía no caí. Me da pena no haber llorado, porque ya sé que ciertamente siento dejar varias personas acá, y no me gusta llorar sola. Me gusta compartir eso, que me puedan consolar, dar una sonrisa. Pero realmente puedo decir que pasé un FELIZ CUMPLEAÑOS. Gracias a todos por haberme acompañado. Sepan que los quiero mucho y no los voy a olvidar.
En la legislatura, todos me saludaron muy bien. Y hacia el fin de mi día laboral, me llamó mi hermanita desde England.
Cuando salí de la legislatura fui a hacer unas últimas compritas y después fui a casa a almorzar, a eso de las dos y media de la tarde. Ni bien terminamos de almorzar, empecé el rally. Lavé los platos, hice una torta, rellené esa y otra que ya estaba hecha, y a eso de las 5 y pico de la tarde, comencé con las sfijas. Para los que no saben, las sfijas son una comida árabe que se hace con discos de empanadas y se rellenan con una mezcla de carne molida (picada, para todos los bonaerenses) cruda, limón, tomates, ajo y pimiento (ají para los bonaerenses). Se rellenan y se cierran como un triangulito, con una parte abierta. Bueno... terminamos con las sfijas a las 20:40. Hicimos 153 (sí, ciento cincuenta y tres!!). A las 21 estaba citada la gente en casa. Yo ni me había bañado cuando suena el timbre y temblé. Dije: se viene el malón todo junto y yo enharinada... pero no, era Alfredo. Él fue el primero de varios, a saber: Viviana, Bibiana, Eduardo (Batalla para todos), Lita, María Inés, Ramón, Nicolás, Silvia, Gladys, Emma, Paulina, Rodolfito, Noelia, Vanesa, Cecilia, Ricardo, Matilde y su nena (Lucía); además de Javier y yo. Imagínense el loquero que era el comedor de casa, con una mesa bastante grande que ocupa bastaaante lugar, y con ¡9! sillas para 20 personas!! Por suerte había refrescado un poco (el lunes hacía un calor de locos) y con el horno prendido, estaba más lindo en el balcón que adentro, así que algunos iban y venían, otros sentados, compartíamos sillas, y Javier y yo íbamos pasando y charlando con todos un poco. El ambiente era medio de locos, todos a los gritos, pero todo salió muy lindo.
Los crackers se ganaron el estrellato. Algunos de ustedes no saben qué es un cracker. Es un tubito de papel higiénico forrado con papel crepe, como si fuese un caramelo (es decir, le sobra papel por las dos puntas y uno lo ata para cerrarlo. Pero adentro tiene sorpresitas y una tarjetita. Originalmente, llevan sombreros de papel barrilete, un regalito y un chiste. Pero todavía no les dije qué es lo más llamativo: tienen unas tiritas de papel con pólvora. Cuando una persona toma una punta del "caramelo" y otra la otra, y tiran, explota. El que se queda con el tubito de papel higiénico, se queda con todo lo que hay adentro. Y se hace una ronda, en la cual cada uno tiene los brazos cruzados y en cada mano un cracker. Y a la cuenta de tres, tiramos todos y se escucha un gran bang. Estuvo genial, nadie del grupo conocía esto y fue muy lindo.
Las tortas, ricas, soplé velita, todos aplaudieron y cantaron el "Cumpleaños feliz".
Y tuve regalitos. Lindísimos todos: una crema, un molde para hacer huevos de pascua, un cinturón, un bolso, un dijecito de perlita (que parece una lágrima) y dos porta retratos. Todo hermoso.
Y no hubieron lágrimas. Creo que es porque todavía no caí. Me da pena no haber llorado, porque ya sé que ciertamente siento dejar varias personas acá, y no me gusta llorar sola. Me gusta compartir eso, que me puedan consolar, dar una sonrisa. Pero realmente puedo decir que pasé un FELIZ CUMPLEAÑOS. Gracias a todos por haberme acompañado. Sepan que los quiero mucho y no los voy a olvidar.
1 comentario
Natalia -